sábado, 6 de septiembre de 2008

La cara del día


Durante la Guerra Civil Española es de sobra conocido el despliegue gráfico que realizaron uno y otro bando. Los historiadores coinciden en que la guerra de la propaganda la ganó la República y entre las aportaciones que destacaron figura el cartel, que en plena contienda alcanzó unos niveles de calidad técnica sorprendentes. La pintura, la fotografía, la caricatura, la viñeta política, la historieta...todos aportaron algo y dejaron patente que el compromiso político era ineludible. En la década del 20, el arte nuevo se enfrentaba a todo lo anterior. ¿Pero qué era el arte nuevo? Ni ellos mismo lo sabían. Sí coincidían en una voluntad de remover conciencias, de provocación, de dejarse ver y confrontar el academicismo reinante hasta la fecha. Se hablaba de vanguardias, de ultraísmo (el futurismo ya estaba olvidado), neorrealismo, concretismo, el movimiento anti-artístico de Dalí y las galerías Dalmau en Barcelona realizando las primeras exposiciones de surrealismo.

Pero la llegada de los 30 determinó un compromiso político también por parte del artista. La oposición arte nuevo-arte viejo, se sustituye por arte puro-arte comprometido o social. Cuando llegamos a la Guerra Civil la radicalización de posturas adquiere dimensiones insospechadas. En medio de esos años convulsos, la caricatura se demostró como un medio de enormes posibilidades. Ahí está el trabajo de Fernando Díaz Plaja en Tiempo de Historia o María Ángeles Valls y su estudio sobre la caricatura valenciana durante la II República para probarlo.
Ramón Puyol, que aparece en los listados de artistas de vanguardia o en la nómina de ilustradores de revistas literarias, trabajó la caricatura política en el diario comunista elaborado en Valencia, Frente Rojo. Su sección "La cara del día" estaba dedicada a personalidades del lado republicano. Ni que decir tiene que la censura fue práctica habitual tanto en el bando franquista como en el republicano. Era tiempo de guerra en las redacciones, aunque la mayoría de veces un exceso de celo molestaba a los periodistas que trabajaban desde su trinchera editorial con la férrea (algunos divina) voluntad de derrotar a su enemigo.

Y en medio de ese ambiente, allá por el 37 escapó al ojo panóptico este curioso ejemplo de Puyol:


¡Pero hombre por Dios! ¡Digo... por Stalin, Marx, Lenin y toda su progenie! ¿¡Pero quién es el zoquete que ha escrito eso!? ¡¡Quintacolumnistas en la redacción!! ¡Menuda purga voy a hacer, demonios! ¡Al Ministro de Gobernación, ni más ni menos! La madre que parió al ectoplasma que ha escrito eso...

Errata, quincolumnistas o tal vez sólo un cachondo en la redacción con ganas de guasa.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sentido del humor en momentos difíciles.

"Ectoplasma" como insulto a alguien de pocas luces mola.